-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------“El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor. El libro ha superado la prueba del tiempo... Quizá evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel, pero seguirá siendo lo que es.”

UMBERTO ECO

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miércoles, 18 de mayo de 2011

OLAF EIGENBRODT. SOCIÓLOGO ESPECIALIZADO EN BIBLIOTECAS

«La nueva biblioteca alemana es a la vez una sala de estar.» Conversación con Olaf Eigenbrodt

Aun en plena era del «open access», la construcción de bibliotecas en Alemania no ha entrado en punto muerto; antes bien, está señalando caminos completamente nuevos.

Olaf Eigenbrodt, sociólogo especializado en bibliotecas, habla sobre la función de la biblioteca entendida como punto de actividad social. Y, también, sobre la comodidad de uso entendida como señal de calidad.

Señor Eigenbrodt, de momento se diría que la estrategia de bibliotecas y asociaciones bibliotecarias va a parar siempre en la digitalización total de los fondos, y, con ello, en la supresión de la biblioteca como lugar concreto. Sin embargo, en Alemania siguen apareciendo edificios de nueva construcción, espectaculares a veces. ¿Por qué?

Porque precisamente en la era de la digitalización la biblioteca adquiere importancia en calidad de lugar concreto. Lo único que ha cambiado es la orientación. Hoy, la biblioteca ha dejado de ser un lugar donde se conservan libros, para convertirse en un espacio social en el que los usuarios se encuentran personalmente leyendo o navegando: de modo similar ocurre en las cafeterías con WLAN, que no son lo que se dice necesarias, pero gozan de mucha aceptación.


¿Cómo se concreta en lo arquitectónico la era digital?

La arquitectura actual de las bibliotecas científicas, por ejemplo, está obligada a tener en cuenta que casi todos los usuarios llevarán portátil propio a la sala de lectura. La tendencia a este respecto es inequívoca: además de WLAN, hay que preparar también puestos de trabajo con un ambiente abierto, poco monótono, como sucede por ejemplo con las «terrazas de lectura» del Centro Jacob und Wilhelm Grimm de Berlín.

En términos generales, la tecnología ha dejado de estar considerada ese cuerpo extraño que ponemos avergonzados en un rincón, como ocurría antes con los lectores de microfichas. Hoy, antes bien, se produce un esfuerzo por integrar la tecnología como un elemento arquitectónico más; y esto se da ante todo en las universidades técnicas, por ejemplo el IKMZ de la BTU de Cottbus (Universidad Politécnica de Cottbus, en Brandeburgo), que al tiempo utiliza unos colores y formas desacostumbrados para producir un contrapunto muy llamativo con la tecnología.

 Sentirse a gusto, un factor importante
¿Qué otras tendencias podemos observar?

En general, la tendencia es apartarse de la biblioteca funcionalista y centrada en la administración, para acercarse a una biblioteca orientada a los usuarios que recurre a una estética muy atractiva para plasmar un concepto atmosférico integral.


Un hermoso ejemplo de ello es la Biblioteca de Filología diseñada por Norman Foster para la FU de Berlín, con su cubierta abovedada en forma de gota y el interior inundado por la luz del día. Pero también las bibliotecas públicas conceden cada vez más importancia al factor de que los usuarios se sientan a gusto.


Usted mismo ha introducido en el debate la noción de «cuarto de estar»...


Cuando digo eso, tengo en la cabeza una biblioteca en la que es posible sentarse en cómodos sillones o leer y trabajar en espacios informales, y que incorpora a sus servicios una atmósfera que, usando una palabra típicamente alemana, podríamos llamar «gemütlich», acogedora.


Esta sensación acogedora, de hecho, es tenida hoy en cuenta en todos los edificios de nueva construcción de bibliotecas en Alemania. Pero ahí es importante también la función social: se entiende la biblioteca como el punto de identificación y reunión de una comunidad o de un departamento universitario.

Un moderno clásico
¿Tiene usted alguna biblioteca favorita entre las de reciente construcción en Alemania?

Mi preferida, propiamente, no es una nueva construcción, sino la Biblioteca Estatal de Berlín de Hans Scharoun en la Potsdamer Straße, un edificio que estaba terminado ya en 1978, y donde esperemos que se hagan pronto las obras de rehabilitación. Es un edificio con el que Scharoun cortó por completo con la tendencia funcionalista de entonces y consiguió anticiparse a tantas cosas que hoy son importantes en la arquitectura bibliotecaria alemana.


Sus grandes estancias siguen causando el mismo efecto pasmoso, mientras que la panorámica de puestos de lectura, con sus galerías y su diversa intercomunicación visual, crea un número colosal de perspectivas que mantienen su poder de fascinación treinta años después. No es casualidad que el edificio de Scharoun siga estando entre las bibliotecas con mayor popularidad de Berlín, porque es un sitio que hace que la gente se sienta a gusto y que les resulta inspirador. Sólo por eso es ya admirable.

Extracto de:  Goethe-Institut e. V., Redacción Online Abril 2010



2 comentarios:

  1. Yo estoy luchando por una biblioteca así en la Biblioteca de Estanterías Abiertas de la sede Esquel de la UNPSJB, sin tener los títulos o la formación de este señor alemán. La biblioteca debe ser un lugar de encuentro, acogedora, que invite al usuario a quedarse, que se sienta cómodo, que -con los cuidados que corresponden- pueda ingerir bebidas y/o comer alguna galletita si lo desea.Y cuando digo cuidados podría mencionar determinados envases para los líquidos, atriles para los libros, y otras acciones. Pero qué bien me viene encontrarme con este artículo, felicito a la autora del blog. Encuentro mucha resistencia a estos conceptos en el ámbito donde me desenvuelvo.

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  2. Esteban: Completamente de acuerdo con vos. Hay que ir imponiendo de a poco los cambios. Generalmente los bibliotecarios y la biblioteca como ámbito es un lugar de resistencia (no sólo en tu lugar de trabajo) al cambio. Pero no culpo tanto a los bibliotecarios, quienes han sido educados a su vez en esas normas rígidas. Hay muchos ejemplos de bibliotecas en Estados Unidos y Europa en que se puede comer y tomar un café por ejemplo, pero me arriesgo a decir que es un 10% del total de las bibliotecas. Habría que investigar. Gracias por tus palabras

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